Me encuentro en un momento de incertidumbre mientras escribo estas líneas. Parece ser que estoy embarazada, pero los resultados del ultrasonido no concuerdan con la edad que el embarazo debería tener de acuerdo con los cálculos del médico. Me han dejado dos pruebas para medir los niveles hormonales en mi organismo y tratar así de predecir si el embarazo será viable o no. Ya pasé por esto hace un par de años y perdí al bebé. Así es que por el momento no hay nada que pueda hacer, más que esperar. Más que nada tengo miedo, porque realmente no me gustaría pasar por una pérdida nuevamente, pero también albergo un poco de ilusión.
Así que, ¿qué hago mientras espero? Confío. Confío en que la voluntad de Dios para mi y para mi descendencia es buena, perfecta y agradable. Confío en que, si este es el tiempo de abrazar un nuevo fruto, el bebé vendrá sano y fuerte en toda la dimensión de la palabra. Confío en que si lo pierdo, aunque parezca que las cosas no van bien, todo estará bien al final. Para ser honesta, he tenido momentos de debilidad. Me di cuenta los primeros días de la espera de que me estaba poniendo un poco amargada. Andaba por ahí ofreciendo malas respuestas y mal humor a cualquiera que osara estar cerca, así que traté de orar, pero no pude. Suelo refugiarme en el mal humor en momentos como este y sé que no puedo lidiar con eso sola. Pero mis palabras al orar parecían vacías, no me traían ningún consuelo, no me estaba conectando con Dios. Así que, adoré. Canté todas las canciones que se me ocurrieron en las que expresaba mi más profunda confianza en Dios y esto me llevó a un momento de total apertura del corazón a los pies de Él y fue tan refrescante, tan fortalecedor… indescriptible.
Vivimos en un mundo que nos ofrece una recompensa inmediata a nuestras necesidades. Estamos tan acostumbrados a las soluciones inmediatas, que nos olvidamos que muchas cosas en la vida, las mejores, no se consiguen de esta manera, sino a través de un proceso. Estoy segura que muchas de ustedes concordarían conmigo en que es abismal la diferencia en la calidad entre un café instantáneo y uno destilado o entre una sopa instantánea y una cuidadosamente elaborada. Lo mismo sucede con la vida. Cuando el alfarero terminó de darle forma a la vasija con sus manos, viene un momento de espera, el cual permitirá que la vasija sea resistente y que esté lista para pasar a la siguiente etapa del proceso.
La vida es un conjunto de momentos de avanzada y felicidad plena, dificultades, fracasos y errores que causan dolor o frustración y momentos de espera e incertidumbre. Particularmente creo que cada uno de los momentos es necesario para poder hacer que los momentos de felicidad tengan sentido, la vida sería muy aburrida si siempre estuviéramos en la cima y, peor aún, nos estancaríamos. Tarde o temprano dejaríamos de aprender y por lo tanto, de crecer. Lo más importante en todo esto es la actitud. Al enfrentar un momento de incertidumbre y espera tenemos un abanico de actitudes que podemos adoptar. Podríamos ser las víctimas de la historia y pensar que siempre estamos en la lista de espera porque somos las más inapropiadas para la tarea. Podríamos bien ser, como yo, las enojonas que se escudan tras una máscara de amargura deseando que el desenlace del momento llegue pronto. Podríamos adoptar la actitud más fatalista y depresiva del mundo esperando que lo peor sea lo que siempre nos ocurra. Podríamos frustrarnos porque pareciera que todos los caminos posibles nos llevan nuevamente a la sala de espera. En fin, piensa en tu actitud. ¿Te está ayudando tu actitud a sacar el mejor partido del momento en el que te encuentras? Probablemente necesitemos revisar eso.
Me gusta la actitud de David: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mi, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová.” (Salmos 40:1-3 RV1960) Realmente quisiera poder imitarle en esta actitud. Puedes notar que después de la espera, con paciencia, Dios oyó su oración y cambió sus circunstancias. En ningún momento del proceso estás sola, Sofonías 3:17 dice: “Jehová está en medio ti, poderoso, el salvará…callará de amor”, hay momentos en los que Dios calla, pareciera que no hay respuesta y pareciera que la incertidumbre nos consume. Necesitas esperar. Esperar pacientemente, porque cuando su respuesta venga, traerá su voluntad a la realidad y te recuerdo que esa voluntad es: buena, agradable y perfecta.
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