Lidiando con la culpa y la vergüenza

La culpa y la vergüenza son emociones auto valorativas, es decir que se sienten con relación a las propias actitudes o características. Ambas emociones están relacionadas con lo moral, lo que percibimos como correcto e incorrecto.  La culpa valora un hecho en sí, mientras que la vergüenza valora a la persona como un todo. Un error puede conducirnos a la culpa, mientras que la vergüenza aparecerá por la creencia de que carecemos de las habilidades o capacidades que eran necesarias para evitar caer en dicho error.
La culpa se pude definir como un afecto doloroso que surge de la creencia o sensación de haber transgredido las normas éticas personales o sociales, sobre todo cuando de la conducta de una persona ha derivado un daño a otra.   Por otro lado, sentir vergüenza es sentirse visto en un sentido dolorosamente menguado. La vergüenza causa un efecto similar al de una humillación, en menor escala, y es causada porque la persona se percibe inferior a un ideal construido por ella misma. La persona que siente vergüenza tiende a aislarse.

Todas las emociones tienen una función de orientar al individuo para una mejor adaptación  a su entorno social, en el caso de la culpa, nos ayuda a darnos cuenta cuando hemos cometido un error y nos encamina para poder tomar acciones para corregir nuestras fallas. En este caso, el camino saludable sería: culpabilidad, arrepentimiento, confesión/pedir perdón, sentirse perdonado/aceptar el perdón.  Sin embargo, hay un tipo de culpa mórbida,  en el cual la culpa deja de cumplir su función adaptativa y se convierte en una emoción destructiva.  Este tipo de culpa está relacionada con un alto nivel de perfeccionismo, auto demanda y baja autoestima.

Tanto la culpa como la vergüenza son utilizados por abusadores: por la persona que violenta física o psicológicamente a su pareja, por el compañero de trabajo que intimida a su colega, por el pervertido que abusa sexualmente de una mujer o de un niño; por el acosador que fastidia a un compañerito en la escuela, etc.  Son emociones que pueden convertirnos en víctimas potenciales si no se canalizan adecuadamente. En manos de un manipulador o culpabilizador, la culpa y la vergüenza son armas poderosas porque se utilizan para ejercer poder, lograr sumisión y obtener de otros lo que se desea.

Satanás es un culpablizador o acusador. La Biblia dice en Apocalipsis 12:10 “Oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado.” (énfasis añadido).   Satanás nos acusa delante de Dios día y noche, no cesa de hacerlo, pero también nos susurra al oído esa misma acusación. Satanás puede acusarnos con relación a dos áreas principales: lo que hacemos y lo que somos.

  • Lo que hacemos: el pecado da lugar a satanás de acusarnos:
    • Cuando hemos fallado nos llena de culpa y vergüenza, haciéndonos creer que no podemos recurrir a Dios para ser perdonados.  Al leer el Salmo 32 podemos ver el corazón de David, cuando cayó en la trampa y creyó que lo mejor que podía hacer era ocultar su pecado de adulterio, incluso si esto significaba tomar la vida de uno de sus más fieles soldados.  Los versos 3 y 4 nos dicen que mientras calló, se envejecieron sus huesos en su gemir todo el día. “Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano.”
      Mientras satanás nos hace sentir tan culpables y avergonzados que no nos atrevemos a acercarnos a Dios en busca de perdón, nos mantiene sometidos al pecado y a su merced.
    • Aun cuando hemos confesadonuestros pecados, sigue acusándonos y tratarnos de hacer sentir culpables. El versículo 5 del Salmo 32 nos dice “mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado”;  1Juan 1:9 dice “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” Dios está siempre dispuesto a perdonarnos, a borrar nuestras culpas y no recordarse más de ellas, alejando nuestras rebeliones de nosotros tan lejos como está el oriente del occidente. (Salmos 103:12). Por lo tanto, habiendo confesado nuestros pecados debemos recibir el perdón de Dios y sentirnos libres de toda culpa y acusación.
  • Lo que somos: Hay ocasiones en las que la culpa y la vergüenza que sentimos no es causada por un pecado, sino por una mentira que hemos creído acerca de nosotros con respecto a nuestra identidad, a nuestra autoimagen o a nuestras capacidades y habilidades. Recuerdo que en mi adolescencia solía sentir mucha vergüenza y culpabilidad porque creía que no era suficiente, que mi pequeña vida no cumplía las expectativas de mis padres ni mucho menos las expectativas de Dios. Me aislaba y tendía asentirme sola. Mi vergüenza era el mecanismo de defensa que utilizaba para que el mundo no se diera cuenta de mi ineptitud e inutilidad. Había creído las mentiras que satanás tenía que decir sobre mí y me encontraba víctima de sus abusos y planes, que pretendían detener el propósito de Dios para mí. Pero Dios no se rendiría conmigo.  Empezó a hablarme,  a tratar conmigo, a demostrarme su amor, a demostrarme que me amaba por lo que era y a enseñarme cómo me veía desde su perspectiva y esto fue liberador.

Sin importar en qué área estés siendo atacada por estas emociones, la Biblia describe a satanás, en Juan 8:44, de la siguiente forma “Él fue homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira.”   Necesitas dejar de creer estas mentiras y escuchar la verdad que Dios tiene para ti.  La próxima semana estaremos hablando sobre qué dice Dios respecto de la culpa y la vergüenza.

Bendiciones!

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