La obediencia, un requisito para la plenitud

Tengo que confesar que hace algún tiempo consideraba que la obediencia era más bien una debilidad y no un rasgo de personalidad que deseara desarrollar en mí.   En cierto modo, me sentía complacida de ser la rebelde que no se apega a las normas y hasta me ofendían algunos versículos bíblicos que hablaban a la mujer sobre sujetarse a su marido.  Gracias a Dios, que Él me tuvo paciencia y estuvo dispuesto a enseñarme que, por el contrario de lo que yo creía, no podría alcanzar la plenitud a menos que decidiera caminar sus caminos y someterme completamente a su voluntad.

Todos queremos recibir las promesas que Dios nos hace en su palabra, pero tendemos a omitir los versículos que nos hablan de cómo obtener esas promesas.  1 Juan 3:21-22 dice “Queridos hermanos, si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios, y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.”  En estos versículos claramente se observa que el recibir lo que le pedimos a Dios es una consecuencia de vivir una vida de obediencia a sus mandamientos y agradable a Dios.  Él desea bendecirnos, pero establece la obediencia como un prerrequisito para recibir sus bendiciones.

El Salmo 128:1-4 (TLA) es bastante explícito al respecto: “¡Dios bendice a todos los que lo obedecen y siguen sus enseñanzas!  Si tú eres uno de ellos, Dios te bendecirá mucho.  En el seno de tu hogar comerás y disfrutarás de lo que ganes con tu trabajo.  Tu esposa tendrá muchos hijos.  ¡Parecerá un racimo de uvas!  Nunca en tu mesa faltará comida, y tus hijos crecerán fuertes como los olivos.  ¡Así es como Dios bendice a todos los que lo obedecen!”  Sé que a veces obedecer puede ser difícil, pero considero que esto también puede depender de qué es lo que nos impulsa a obedecer.  Hay varias motivaciones que pueden hacer que las personas nos inclinemos hacia la obediencia y según la motivación que tengamos, ésta puede llevar nuestra obediencia a mayores niveles de compromiso.  Algunos ejemplos de estos motivadores pueden ser:

  • Coerción: es decir obedecer porque nos vemos sometidas a una represión moral o física que nos obliga a obedecer, como obedecería un esclavo a su amo. Dios no busca este tipo de obediencia, por el contrario, desea hacernos libres de la esclavitud del pecado y la muerte para llamarnos a libertad y vida en Él. (Tito 3:3-5, Romanos 6:16-23).
  • Miedo: vendría a ser obedecer para evitar un castigo o reprensión. Dios es temible.  La Biblia nos habla de que es Dios de guerra, fuerte, todopoderoso, soberano, fuego consumidor, que tiene ojos de fuego, que su voz resuena como un estruendo, que hace temblar la tierra, etc.; también nos habla de las consecuencias que podría traer a nuestra vida la desobediencia.  Sin embargo, puedo verlo a través de su palabra ejecutando juicios en nuestro favor, destruyendo enemigos que se interponen en nuestro caminar, protegiéndonos en medio de valles de sombra y de muerte, dándonos aliento cuando sentimos desfallecer, enviando a su hijo amado a tomar nuestro lugar y recibir el castigo que merecíamos.  Esto me hace pensar que Dios desea mostrarse a sus hijos como un Padre que está dispuesto a usar toda su fuerza y su poder para protegernos y para derrotar a sus enemigos. Por lo que, si tu te encuentras en este nivel de obediencia, te felicito, estás obedeciendo, pero te invito a pasar al siguiente nivel.
  • Honra y gratitud: En el 1 Samuel 15:22 dice:  “Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor?  He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención que la grosura de los carneros.”  Recordemos el contexto:  Dios había ordenado a Saúl salir a pelear contra Amalec y destruirlo por completo, sin tener misericordia de niños ni de animales.  Saúl hace “casi todo” lo que Dios le dijo, pero decidió apartar lo mejor de los animales y perdonarle la vida al rey; supuestamente para ofrecer sacrificio a Dios.  De acuerdo con lo que Samuel responde a la situación, comprendamos que para poder honrar y agradar a Dios con nuestra alabanza y servicio, es necesario que primero estemos obedeciendo a su palabra; de lo contrario, estamos siendo desagradables, ya que primero que nada, el quiere que le obedezcamos.
  • Amor: Al ser cuestionado sobre la ley, Jesús responde que el más grande mandamiento es “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” y el segundo mandamiento es semejante “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, pero va más allá y continúa diciendo “Toda la enseñanza de la Biblia se basa en estos dos mandamientos” (Mateo 22:40 TLA).  Es decir que lo que Dios pide de nosotros en absolutamente toda la escritura es que le amemos de verdad, esto nos llevará a amar a nuestros hermanos y a obedecerle.  Este es el mayor nivel de obediencia.

Te invito a buscar este último nivel, ya que cuando amamos a Dios es fácil tomar su yugo y dejarse guiar por el camino que es mejor desde SU PERSPECTIVA.

Bendiciones!

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