Hay una historia en Mateo 14 que demuestra el gran poder de Jesús para calmar los elementos de la naturaleza, pero creo que también habla de su poder para calmar el corazón humano: «Después de esto, Jesús ordenó a los discípulos : «Suban a la barca y vayan a la otra orilla del lago. Yo me quedaré aquí para despedir a la gente, y los alcanzaré más tarde.» Cuando toda la gente se había ido, Jesús subió solo a un cerro para orar. Allí estuvo orando hasta que anocheció. Mientras tanto, la barca ya se había alejado bastante de la orilla; navegaba contra el viento y las olas la golpeaban con mucha fuerza. Todavía estaba oscuro cuando Jesús se acercó a la barca. Iba caminando sobre el agua. Los discípulos lo vieron, pero no lo reconocieron. Llenos de miedo, gritaron: —¡Un fantasma! ¡Un fantasma! Enseguida Jesús les dijo: —¡Cálmense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo! Entonces Pedro le respondió: —Señor, si realmente eres tú, ordena que yo camine también sobre el agua y vaya hasta donde tú estás. Y Jesús le dijo: —¡Ven! De inmediato Pedro bajó de la barca. Caminó sobre el agua y fue hacia Jesús. Pero cuando sintió la fuerza del viento, tuvo miedo. Allí mismo empezó a hundirse, y gritó: —¡Señor, sálvame! Entonces Jesús extendió su brazo, agarró a Pedro y le dijo: —Pedro, tú confías muy poco en mí. ¿Por qué dudaste? Todos los que estaban en la barca se arrodillaron ante Jesús y le dijeron: —¡Es verdad, tú eres el Hijo de Dios!» (Mateo 14:22-33)
En resumen, había una tormenta, los discípulos tenían miedo, Jesús se acercó a ellos, les dijo que se calmen, permitió que Pedro camine hacia él, luego tomó a Pedro, lo guió a la barca y calmó la tempestad.
Esta semana ha sido difícil para mí, me encuentro en medio de una tormenta. Tristemente, no podía ver cómo la tormenta no estaba solo a mi alrededor, sino que los sucesos que acontecían también tocaban fibras internas en mi corazón y destapaban viejas heridas; todo esto hacia que mi corazón y mis emociones causaran una tormenta en mi interior. Creo que estaba como esos discípulos, viendo fantasmas donde no los hay. Honestamente, mi corazón ha estado tan confundido, que ni siquiera había podido ver qué Jesús siempre está aquí, que él no se va, no se mueve, que a él no lo mueve la tormenta, que él puede caminar sobre la tormenta.
Esta mañana caminando, escuchaba una canción que hablaba sobre esto y me di cuenta que, cuando intentaba orar, sin lograr articular ningún pensamiento en concreto, me pasaban las de Pedro, trataba de ir hacia Jesús, pero me faltaba confianza, no encontraba las palabras, porque no entendía las emociones. Pero leer este pasaje me ha ayudado a comprender que Dios conoce mi corazón más allá de lo que yo pueda hacerlo. También entiendo que él puede caminar sobre mi tormenta, tomarme de la mano, llevarme a la barca y calmar la tempestad.
Si has estado atravesando alguna situación similar, quiero recordarte que Jesús está cerca, permítele asie tu mano y llevarte de vuelta a la barca. Permítele ayudarte y calmar los vientos en tu corazón. Puedes confiar en él.
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