¡Verdadera Vida!

¿Has escuchado la canción Lucky, de Britney Spears?  Yo me sentía muy identificada con ella.   Lo tenia todo: una familia amorosa, provisión más allá de lo necesario, comida, un trabajo estable, había tenido la oportunidad de ir a la universidad y graduarme, trabajaba en el área en la que me había preparado, tenia bonita ropa que ponerme encima, etcétera.   Sin embargo, de alguna forma siempre había algo que no me permitía sentirme totalmente feliz, había un vacío que a veces me hacía querer salir huyendo; recuerdo que solía salir en el carro y soñar con que manejaba sin detenerme, sin rumbo fijo hacia lugares desconocidos, buscando ese algo que me faltaba para sentirme plena y realizada. Creo que principalmente era una malagradecida, pero también había un vacío que necesitaba ser lleno.

En ese entonces ya había escuchado de Dios, asistía regularmente a la iglesia, incluso cantaba en el coro y conocía la rutina del culto de los domingos por la mañana; pero realmente no conocía a Dios. Para mi, Él era ese ser supremo, autoritario, lejano, tirano, que se sentaba en su trono a gobernar un mundo lleno de pobres diablos que sufrían las tragedias de la vida, mientras Él reía burlonamente contemplando nuestra miserable existencia.  Eso éramos, criaturas creadas para la diversión de aquel ser soberano. No estaba ni cerca de la realidad. Mientras yo, en medio de tanto amor y tantos regalos, me sentía tan sola y tan miserable, Él estaba ahí, cercano, amoroso, silencioso… pero eso no lo sabría hasta un par de años más tarde.

Empecé a escuchar una historia que decía que Dios era nuestro Padre amoroso, la escuché tantas veces que empezó a despertar mi curiosidad por ese Dios tierno y cercano al que no conocía.  Empecé a orar y a pedirle que quería conocerlo y su respuesta no tardó en llegar. Fue un encuentro, una experiencia, un hito que marcó un inicio a la verdadera vida plena. Ocurrió en una actividad de jóvenes, la persona que estaba al frente pidió que abrazáramos a la persona que teníamos a nuestro lado.  Para mi la chica era una total desconocida, pero me abrazó y yo me quebranté sin saber qué pasaba, comencé a llorar y a sentir tanta ternura y sentí a Dios decirme: –estoy abrazándote como tu Padre y mostrándote un poco de todo el amor que tengo para darte-. Esta experiencia fue solo el principio de muchas citas y experiencias en las que Dios se ha mostrado a mí con tanta dulzura y ternura, con sus brazos tan llenos de amor, que ha hecho que mi vida cobre un nuevo sentido.

La psicología indica que la idea de deidad es una creación humana y la sociología indica que es un constructo social; en ambos casos la idea es resolver la necesidad de trascendencia del ser humano, la cual surge, según indican, del dolor que provoca la propia existencia.  La necesidad de trascendencia humana se describiría como un deseo de salir de sí mismo e ir más allá de los propios límites, buscar un toque de eternidad.  La Biblia dice respecto del deseo de trascendencia que: “Dios…ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.” (Eclesisastés 3:11 RV1960).  Así que, si ese deseo está puesto ahí por Dios, debe tener una razón, y no es la dureza de la existencia.  Desde mi perspectiva, el propósito de este deseo de eternidad es atraernos a Dios tarde o temprano en nuestras vidas. Cuando mi tiempo oportuno llegó, pude encontrarme con Él, con mi Padre eterno, quien me ama de manera incomprensible; mi Amigo, que me conoce y a quien puedo acudir en todo momento, mi Juez justo, que siempre escucha mi clamor y atiende mi súplica, mi Todo, el que me llena y me hace vivir plenamente para cumplir su propósito.

Si hasta ahora, a pesar de que has escuchado de Dios, sigues sintiendo que le hace falta algo a tu vida;  no tienes que seguir viviendo por vivir, vacía, llena de heridas y sin propósito, eres una obra maestra.  Dios te diseñó con un propósito y desea que lo encuentres en Él.  Dios quiere mostrarte que él es tu Padre (Salmos 2:7), tu Amigo (Juan 15:15), Él nunca te ha abandonado ni lo hará (Josué 1:9), sólo debes acercarte a él con sinceridad.  ¡Este es el principio de la verdadera vida!

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