Hemos hablado de la culpa y la vergüenza como emociones que deben cumplir una función adaptativa, pero que pueden salirse de control y causar daño en la personalidad de quien no logra canalizarla adecuadamente. Puedes leerlo en el siguiente link: https://wp.me/p9QI6o-1B .
Mucha de la acusación y vergüenza que sentimos provine de mentiras que hemos escuchado, algunas veces poniéndole demasiada atención a la crítica de las personas que son significativas para nosotros y otras veces poniéndole atención a los dardos que satanás lanza a nuestra mente. Si lo que hemos vivido hasta el momento es derivado de estas mentiras que hemos creído, debemos cambiar esas mentiras por la verdad, y la verdad es lo que Dios dice acerca de nosotros a través de su Palabra, la Biblia.
Veamos lo que nos dice en Isaías 62:1-5 “Por amor a Sión no guardaré silencio, por amor a Jerusalén no desmayaré, hasta que su justicia resplandezca como la aurora, y como antorcha encendida su salvación. Las naciones verán tu justicia, y todos los reyes, tu gloria; recibirás un nombre nuevo, que el Señor mismo te dará. Serás en la mano del Señor como una corona esplendorosa, ¡como una diadema real en la palma de tu Dios! Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra la llamarán «Desolada» sino que serás llamada «Mi deleite»; tu tierra se llamará «Mi esposa»; porque el Señor se deleitará en ti, y tu tierra tendrá esposo. Como un joven que se casa con una doncella, así el que te edifica se casará contigo; como un novio que se regocija por su novia, así tu Dios se regocijará por ti.”
Isaías es un libro profético que habla del juicio de Dios a las naciones, pero más allá de este juicio, habla de redención, de restitución y restauración. Los últimos capítulos, son un grito de esperanza y consuelo para una nación que habría pasado mucha tribulación y vergüenza por causa de los juicios que serían ejecutados sobre ella. Vamos a analizar estos versículos de Isaías partiendo de la premisa de que si bien el capítulo está dirigido a Israel, también es aplicable a cada una de nosotras personalmente. Así que, ¿qué nos dice Dios a través del pasaje que leímos?
- El versículo 1 nos dice “por amor de ti”. La culpa y la vergüenza nos hacen sentir descalificadas para ser amadas. Pero Dios dice que por amor de nosotras no callará, Él nos ama con un amor que somos incapaces de comprender y que va más allá de nuestros errores y de lo que pensamos de nosotras mismas. Él tiene la capacidad de ver en nosotros todo lo que él nos creó para ser, más allá de nuestras limitaciones e incapacidades.
- Los versos 1 y 2 hablan de que el Señor hará que nuestra justicia resplandezca y sea vista por las naciones y los reyes. ¿Cuál justicia?, dirá nuestro acusador; la justicia con que hemos sido justificados a través de Jesucristo al creer en él. (Gálatas 3:6-8)
- El verso los versos 2 al 5 dicen “recibirás un nombre nuevo, que el Señor mismo te dará”. Muchas de nosotras hemos creído que nuestra identidad está definida por lo que fuimos, por lo que otros dicen de nosotros, o por lo que nosotras mismas creemos ser. Nuestro nombre está marcado por la ignominia, por el estigma, por el pasado. Pero el Señor está dispuesto a darnos un nuevo nombre, ya no nos llamaremos desolada, desamparada, abandonada, llena de vergüenza; sino que seremos llamadas el deleite de Dios, la esposa de Dios. Porque Dios se regocijará en nosotras, seremos como una corona esplendorosa en sus manos.
Isaías 54:4 nos dice “No temas, porque no serás avergonzada. No te turbes, porque no serás humillada. Olvidarás la vergüenza de tu juventud y no recordarás más el oprobio de tu viudez.” No sé cuál sea la situación que te arrastró a ese estado de vergüenza y culpa en el que te encuentras aprisionada, pero el Señor te toma de tu mano derecha y te dice, no temas estoy aquí para guardarte, para limpiar tu oprobio para hacerte olvidar tu congoja, para borrar de tu pasado tu vergüenza, para devolverte los años que te ha robado el ladrón y salteador y para darte un nombre nuevo, Aunque hayas sentido que el Señor mismo te ha abandonado, Él te dice “Aunque cambien de lugar las montañas y se tambaleen las colinas, no cambiará mi fiel amor por ti ni vacilará mi pacto de paz, – dice el Señor, que de ti se compadece” (Isaías 54:10). Él ha venido hoy a cambiar tu ropa de cilicio y a vestirte de alegría, a levantarte para no permitir que tus enemigos continúen burlándose de ti. (Salmos 30:11)
Así que, amiga, ¡levántate, canta y da gloria a Dios, ya no sigas viviendo más en vergüenza y acusación! Te bendigo.
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