Meditaba estos días sobre la situación que estamos viviendo y el impacto que puede causar en nosotros el estar aislados socialmente, encerrados en casa, temerosos de no contagiarnos y con un panorama incierto por delante.
He escuchado la frase «todos estamos en la misma tormenta pero en diferente barco». Y es que la situación general es similar para todos, pero hay aspectos particulares que hacen que cada quien sienta y viva de diferente forma la coyuntura actual. Hay aspectos económicos, sociales, de salud, e incluso psicológicos que nos hacen estar en diferentes barcos. Al final cada factor tiene un impacto en nuestra psique y nos hace sentirnos y actuar de diferentes maneras: ansiosos, tristes, nerviosos, molestos, cansados, deprimidos, frustrados, impotentes, etc.
Hablemos de la ansiedad. La ansiedad es una respuesta adaptativa del ser humano que consiste en un estado de inquietud, agitación o sozobra, caracterizado por la anticipación del peligro, el predominio de síntomas psíquicos y la sensación de catástrofe o de peligro inminente. La ansiedad incide en alteraciones de las funciones fisiologicas, tales como: presión arterial, ritmo cardíaco, funcionamiento visceral, etc. Puede ser un estado emocional temporal o un rasgo de personalidad.
Como todas las emociones, la ansiedad tiene una función de preservación; es decir, ayudarnos a distinguir peligros latentes y tomar acciones. Sin embargo, como todo en la vida, necesita ser equilibrada para no convertirse en una patología. Entonces, ¿qué podemos hacer para mantenernos sanas en esta emoción? Veamos qué nos dice la Biblia al respecto:
A) 1o Pedro 5:6-7 nos dice: «Humillados, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo: echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros». Dios nos llamas manifestar nuestra humildad al echar nuestra carga sobre él. Es decir, que debemos ser humildes y reconocer que no tenemos el control de las cosas para poder depositar nuestro presente y futuro y toda la preocupación que podamos sentir sobre él. Tenemos que ser capaces de dejar nuestro yo a un lado para reconocer el señorío, la soberanía y el amor de Dios para con nosotros y descansar en el hecho de que él es quien nos cuida y tiene planes de bien para cada uno.
B) En Mateo 6:25 – 34 Jesús mismo nos habla de los motivos por los que no debemos estar ansiosos ni afanados. Pero en los versículos 33 y 34 concluye de la siguiente manera: «Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide. Dios les dará a su tiempo todo lo que necesiten.» Cuando confiamos en Dios, somos obedientes. Simplemente reconocemos que él no nos llevará a donde su presencia no esté con nosotros y esa promesa nos da paz.
C) El versículo 34 continúa «Así que no se preocupen por lo que pasará mañana. Ya tendrán tiempo para eso. Recuerden que ya tenemos bastante con los problemas de cada día.» También es importante que, sin ser negligentes, no pensemos demasiado el futuro, sino que vivamos el día a dia. De cualquier forma, solo Dios sabe lo que vendrá mañana y, él sigue en control.
De manera que te invito a quitar el enfoque de ti y tus capacidades o posibilidades y enfocarte en Dios, en su bondad, en su fidelidad y en su providencia.
Bendiciones!
Deja una respuesta